El nombre del lugar donde nací es un secreto que por el momento no deseo revelar. Mis motivos tengo. Y los considero de peso como para andar soltándolo al menor motivo. Es como cuando mi padre me preguntó si andaba acercándome de más a Natalia. Yo lo negué con el silencio porque es el lenguaje explícito de cualquier lógica o deducción, sin faltar a la verdad. Sin embargo, mi padre pensó que mi silencio era señal de afirmación, así que me dijo: “Aún no acabas de hacerte, y ya comienzas tu agonía. Tú sabrás, aunque los libros no simpatizan con el enamoramiento”.
Mi padre sabía decir las cosas de un modo que uno no tenía nada que decirle de tanto que él decía con tan pocas palabras
¿De dónde eres?, me preguntan de continuo. De aquí, contesto tratando de no faltar a esa verdad que ensayé un día con mi padre. Y piensan que soy grosero porque me quedo callado.