sábado, 14 de mayo de 2011

fragmentos

Corrió sangre de mis narices, no mucha, pero sí la suficiente como para que yo pensara que me vaciaría irremediablemente.
Fue un golpe directo y limpio sin que pudiera hacer la maldita cosa por impedirlo. Lo sentí más tarde. En  ese momento en que el puño hizo contacto directo con mi nariz sólo fue  el golpe sin pensamientos ni sentimientos. Fue el puño y mi nariz como únicos protagonistas. Luego fue la sangre la que me preocupó. Llegaría sin sangre a mi casa, era una tragedia. El otro también pareció preocuparse porque me acusó de que yo había sido el culpable, mientras sacudía mi mochila para quitarle el polvo del camino. Se alarmó cuando vio que yo utilizaba mi camisa para limpiar las huellas de mi rostro. Sacó papel higiénico y me lo extendió:
Ten, póntelo como tapón, me dijo.
Gracias  le contesté al culpable de andarle coqueteando a Natalia.




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